Entrevista con Juan Antonio Orenga.
[Esta entrevista ha sido realizada por Jacobo Rivero y su versión, reducida, se ha publicado en Diagonal. Esta versión completa también puedes descargarse en pdf.]
Fue uno de los pivots de referencia, desde mediados de los 80 hasta el año 2002 en que se retiró. En Estudiantes jugo siete temporadas, desde 1988 hasta 1996, para luego marchar al Real Madrid, club al que había pertenecido como canterano. Más tarde formaría parte del Unicaja de Málaga, y finalmente del C.B. Cáceres.
Tras su retirada como jugador, dio el salto a los banquillos. Trabajando con distintas categorías de la Federación Española de Baloncesto (FEB). En la temporada 2005/2006, tras la marcha del banquillo colegial de Pepu Hernández, asumió la dirección del primer equipo de Estudiantes, de donde fue cesado al principio de temporada por los malos resultados. En las olimpiadas de Beijing formo parte del cuerpo técnico de la selección dirigida por Aíto García Reneses, con la que la selección lograría la medalla de plata. En la actualidad realiza labores de seguimiento, y entrenamiento específico, de jugadores en formación para la FEB.
-¿Cuáles son las diferencias entre entrenar un grupo de jugadores en etapa de formación y hacerlo con la selección española?
-Cuando entrenas en categorías de formación lo que estas intentando es crear jugadores, cómo mejorarles, cómo mejorar sus carencias, tener lectura táctica del juego, es un proceso largo, de dos, tres años o de casi toda su etapa de formación, porque es algo que no se acaba. Cuando estas en una selección sénior, y más en la nuestra, lo que buscas es competir para ganar. Es un periodo corto de tiempo, en el que no puedes enseñar a los jugadores nada que no sepan, sino que tienes que utilizar lo que ya saben de la mejor manera posible. El secreto ahí esta en ver el grupo que tienes y la mejor forma de usar a cada jugador, y luego utilizarlo. Ahí no hay espacio para la formación.
-¿Qué trabajo crees que es más estimulante para un entrenador?
-Los dos son muy distintos y los dos son bonitos. Es más agradecido cuando trabajas con chavales jóvenes, pues les estas formando como jugadores y también como personas.
«Es más agradecido trabajar con jóvenes,
porque los formas, incluso como personas»
-Pepu ha manifestado en varias ocasiones que el baloncesto es también un ejercicio de pedagogía, independientemente del nivel al que se practique.
-Si, pero hay que diferenciar lo que es entrenar a un equipo durante un año de lo que es entrenar a un equipo durante un periodo breve de tiempo, como puede ser la selección sénior de cara a las JJOO. En un periodo largo puedes trabajar más con la convicción, ahí entra la pedagogía y la gestión de grupos. En un periodo corto trabajas la gestión de grupo, pero los jugadores llegan con los hábitos de sus clubes. Tienes que adaptar esos hábitos de cada uno al grupo. Cambiarlos es muy difícil, y no hay tiempo.
– Crees que los jugadores dejan de aprender…
-En estos periodos cortos sí aprenden, pero no se trata de enseñar algo nuevo al jugador, sino de aplicar sus conocimientos a un sistema de juego que vas a utilizar, que quizás es distinto al que esta acostumbrado. Aunque tampoco son tan distintos, porque cuando tú llevas a alguien a la selección ya estas pensando en las cosas que hace en su club, y cómo las puede adaptar a la filosofía del grupo.
«Aíto no se adapta al equipo,
hace que el equipo se adapte a él»
– Aíto se ha demostrado como uno de los grandes estrategas del baloncesto de este país, ¿cómo se trabaja con él?
-Aíto tiene una filosofía de juego que es muy fuerte, que la lleva aplicando muchos años en distintos equipos durante toda su carrera. Aíto no se adapta al equipo, sino que hace que el equipo se adapte a él. Ha demostrado que funciona, y no es un modelo inmediato, pero sí tiene una filosofía de progreso y de construcción del grupo que se ha podido ver sus resultados con el Joventut de los últimos tres años.
– Y, ¿cuál es el baloncesto que le gusta a Orenga?
-A mí me gusta convencer de las ideas, no imponerlas. El entrenador que dice “esto se hace así porque lo digo yo”, no me convence. Puede funcionar si tienes muchas armas, pero no creo que sea un buen camino porque el jugador te da más si esta convencido de lo que hace y de por qué lo hace. Hay que aplicar la lógica, la viabilidad y las posibles ganancias que como jugador y como grupo pueden adquirir con esos conocimientos. Luego me gusta el baloncesto en el que se defiende, con unas normas estructuradas, pero el jugador es capaz de tomar la iniciativa en beneficio del grupo, como pueda hacer Carlos Jiménez. En ataque, también dentro de un esquema, los jugadores tienen que aprender a leer cada situación del juego. Que no sean robots, sino que tengan iniciativa, y fomentarlo. Los jugadores tienen que saber que el baloncesto es un juego de errores y aciertos. Y que el error forma parte de esto, y allí distinguir también entre el error y el fallo. Tú puedes tirar el balón, en una buena posición, y fallas, forma parte del juego. Pero puedes tomar una mala decisión, tirar sin nadie al rebote o en mala posición, y eso si que es un error. Si enseñamos a los jugadores a no cometer errores, los fallos no importan tanto.
«En formación se trabaja poco
el juego de espaldas al aro»
-Como jugador viviste uno de los mejores momentos del baloncesto en este país, ¿qué diferencias encuentras con el baloncesto actual?
-En el baloncesto actual los jugadores, físicamente, están más trabajados, mucho más coordinados. Sobre todo en los jugadores grandes. Cada vez hay menos jugadores interiores, grandes, que juegan de interiores, de espaldas a canasta. Hubo una etapa en la que se enseñó a jugadores muy altos a jugar de exteriores y ahora se hace muy difícil encontrar a jugadores que quieran luchar debajo del aro. La excepción fue Marc Gasol el año pasado, que ahora esta en la NBA, y aquí destaca Felipe Reyes sin tener las mejores condiciones para ser un pívot dominante. Antes los jugadores que venían de fuera eran americanos que dominaran el juego interior, porque sin esos jugadores dominantes no hacías nada. Ahora no es así.
«Pinone me enseñó a encarar el aro
y a moverme por la zona»
-Aquella etapa estuvo marcada por la presencia de pivots muy dominantes y con una fuerte personalidad: ¿echas de menos esos pivots más pesados, más luchadores, que centraban buena parte del juego?
-Claro que la echo de menos, porque era cuando yo jugaba (risas). Ahora es muy difícil encontrar ese tipo de jugadores, aquí, en Europa, o en la NBA. Y no es sólo una cuestión de altura, sino de preparar al jugador para jugar de interior. Luis Scola, con apenas 2,04 hizo un papel en el Baskonia muy bueno de interior, y lo sigue haciendo ahora en los Houston Rockets. El problema es que en formación se trabaja poco el juego de espaldas al aro, y los grandes jugadores son los que también saben jugar en el poste bajo.
– De aquellos jugadores ‘míticos’, como Audie Norris en el Barça, Fernando Martín, y posteriormente Arvydas Sabonis en Real Madrid, Pinone en Estudiantes, o Ferran Martínez en el Joventut, ¿qué jugador te ha parecido más completo en una cancha?
-No tengo ninguna duda. El mejor jugador que hubo en Europa fue Arvydas Sabonis. Por tamaño, 2,21, por corpulencia, por coordinación y por la cabeza que tenía. Luego Audi Norris destacó porque era listo y rápido, y otro jugador, que no tenía apenas capacidad física ni recursos, pero del que aprendimos muchos fue Pinone. Era un ejemplo de superación y trabajo, por encima de sus cualidades. Luego era muy pedagógico, deseaba enseñar a los jóvenes y a mí me sirvió de mucho, para aprender a encarar el aro, para no depender siempre del base, para moverme por la zona…
Pero sin duda el más determinante fue Sabonis, yo tuve una relación en ataque-defensa muy intensa con él, pero yo sólo podía hacer que el jugara mal, pero si él estaba al 100% era muy difícil hacerle fallar. Yo trabajaba sobre sus debilidades, como el desplazamiento lateral, intentar robarle balones o atacarle con el tiro de media distancia.
«Respecto al pasado verano en Estudiantes, hay momentos
en los que hay que dar un paso adelante»
-El año pasado Estudiantes vivió una crisis institucional importante. Mucha gente os implicasteis en aquel conflicto, algo poco habitual en el mundo del deporte. ¿Crees que, en general, hay demasiado individualismo en este mundillo?
-La gente se involucra en lo que tiene cercano. Cuando estas siete u ocho años en un club ya eso no es sólo tu trabajo, sino casi como tu familia, y la identificación es muy fuerte. Cuando estas de un año para otro cambiando de club es difícil sentirlo como propio. En Estudiantes, cuando yo estaba como jugador, gente como Nacho Azofra, Alberto Herreros, César Arranz, Pablo Martínez, etc. salían desde abajo, desde la cantera. Llevaban allí toda la vida y su sentimiento de pertenencia era máximo. Con respecto a lo ocurrido el año pasado, pues también creo que es difícil que la masa social se involucre, porque hay muchos problemas sociales como para poner la situación de un club como prioridad. Hay momentos en los que hay que dar un paso adelante todos para poder solucionar las cosas. Si realmente crees en ello, merece la pena. Estudiantes a lo largo de su historia siempre ha tenido altos y bajos. Lo que pasa es que es un club que se acostumbró durante un tiempo a vivir arriba. Cuando llegue el primer año luchamos por no descender, a partir del segundo conseguimos enlazar siete semifinales de liga seguidas, una Copa del Rey, una final de Copa, la Final Four de Estambul… A partir de ahí llego otra buena época, con una nueva Copa del Rey, con una final de Liga… Pero digamos que fue un periodo muy especial de la historia y la trayectoria de Estudiantes. Un club que vendía jugadores para poder sobrevivir, como el Joventut, y que tienen periodos altos, pero también bajos. Tradicionalmente se ha tenido paciencia, pero ahora vivimos momentos en que parece que no hay sitio para tenerla, y esperar que lleguen de nuevo jóvenes con los que poder, ocasionalmente, estar arriba. Esas ‘urgencias’ evitan dar tiempo a los jugadores que vienen de la cantera, y así es difícil que salgan grandes jugadores como ocurría antes en Estudiantes, que muchos estaban también en la selección, y eso ahora no ocurre.
«El Estudiantes se acostumbró durante
un tiempo a vivir arriba»
-¿Qué época, o qué partido todavía recuerdas de manera especial?
-Los ocho años de Estudiantes fueron muy buenos, sobretodo los seis de en medio. Un equipo muy joven, con Azofra, Herreros y Arranz, con Ricky Winslow y Pinone. Con poco banquillo se consiguió ganar una Copa del Rey y grandes cosas como estar en la Final Four, o en varias semifinales. Luego los dos años siguientes en el Real Madrid también fueron muy buenos. El primero llegamos a la final de la Liga y ganamos la Copa de Europa, el siguiente fue bastante desastroso.
Como partido, y yo creo que a todos nos marcó, fue el tercer partido contra el Maccabi en casa, en el playoff que se jugaba para ir a Estambul. Un partido extraordinario de emoción, no de juego. Nunca vi un pabellón tan lleno, con la gente tan involucrada. Una sensación especial, todavía cuando lo vemos me sigo emocionando. También recuerdo toda la Copa del Rey de Granada, porque se gano primero al Madrid, luego al Joventut, y luego al Zaragoza, después de haber perdido el año anterior en la final. También con la selección he tenido buenos momentos, como cuando gané la medalla de bronce en Roma, y los JJOO de Barcelona, por vivir una olimpiada. Como entrenador pues todo lo demás, desde el primer partido a los Juegos de Beijing.
«Todavía me sigo emocionando
cuando veo el tercer partido contra el Maccabi»
-¿Mejor jugador o entrenador?
-Es mucho más divertido ser jugador, y mucho menos trabajo, menos presión. Si eres entrenador no paras. Acabas un partido y piensas en el siguiente, piensas en los jugadores que has usado o que no, piensas en los errores, en cómo corregirlos. Es como una partida de ajedrez constante.